Todos hemos experimentado momentos de felicidad por lo que sabemos son estados TRANSITORIOS de estar… aunque muchas veces pretendamos prolongar de forma indefinida estos momentos (lo que generalmente produce dolor, pero ya hablaremos de esto).
Es que la felicidad es una vivencia puntual. Experimentarla depende de la aceptación de lo posible, de lo que hay JUSTO en el momento en el que se experimenta.
En psicoanálisis definimos que la experiencia de felicidad es una re- edición inconsciente de situaciones gratificantes que se vivieron en la infancia, mayormente en el tiempo donde no habían palabras, es decir, que la comunicación con nuestras figuras cuidadoras era a través de gestos o movimientos, un lenguaje pre-verbal.
Así, lo que quiero decir es que toda experiencia de gratificación y felicidad que reconocemos de adultos, se puede rastrear hasta la infancia. Seguirán siendo las mismas con algunas sustituciones propias de cada periodo evolutivo.
🚨Nota: leer con atención lo que sigue 🚨
Cuando una persona acude en búsqueda de ayuda para aliviar sus síntomas y su sufrimiento emocional, generalmente también busca “ser feliz”; busca volver a experimentar situaciones y vivencias que YA SABE (aunque no sepa que lo sabe porque es inconsciente generalmente) que le producirán placer y gratificación.
Muchos se frustran rápidamente pues piensan que el analista tiene a su alcance esta verdad, y solo hay que esperar que pueda compartirla.
El analista sólo puede ofrecer el acompañamiento en la exploración y la búsqueda de una verdad perdida 🔎 en el inconsciente del paciente.
Los pasos del proceso serían más o menos:
Acceder a los archivos infantiles encriptados en el inconsciente, que el paciente los reconozca, los actualice en el presente y los respete y acepte tal cual fueron y tal cual son.
Solo así, es posible habilitar el camino para facilitar el encuentro de más momentos de felicidad.
Nada que sea realmente valioso, llega sin una co- participación y esfuerzo de nuestra parte.